lunes, 14 de enero de 2013

Verde que te quiero verde


Días trascurridos: 5
Kilómetros recorridos: 925
Síncopes neurocardiogénicos: 0

No quiero parecer odiosa pero hoy, montada en un bote de rafting en medio del amazonas ecuatoriano, solo podía pensar en la vida bogotana que afortunadamente me estaba perdiendo. Alguien estaría en la oficina tomándose un jarro de tinto para despertar; alguien desesperado en medio de un trancón horrible; y alguien más contando los días para el fin de las vacaciones. Yo, en cambio, estaba en el río, rodeada de verde, mojada y feliz. 


Baños fue el primer cambio de planes en el viaje y sí que fue una buena decisión. Como si en el Cotopaxi no hubiera comprobado la precariedad de mi estado físico, aquí me dediqué a escalar montañas, hacer canopy, montar en bicicleta, visitar cataratas, nadar y lanzarme de puentes colgantes. Todo en medio de una selva espectacular, sin grafitis de amor tallados en las piedras, ni botellas de cerveza tiradas en el camino. 

Al ver todo esto, solo pienso en lo triste que es ver el potencial que tenemos en casa y lo poco que sabemos cuidarlo. La inteligencia e "ingenuidad paisana", como me lo dijo el propio don Carlos, de los ecuatorianos me ha sorprendido. Y no solo por la manera en la que todos quieren y aprovechan su país, sino y sobretodo por sentir que somos tan semejantes y, al mismo tiempo, que aún estamos tan distantes en tantas cosas. 

Salud entonces por la amabilidad de don Carlos y su familia por recibirnos en su casa y guardar nuestras maletas, por los semáforos de pajarito para los ciegos y por el buen uso de las canecas en cada paraje ecológico que visitamos aquí. 

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