sábado, 23 de febrero de 2013

El norte del sur

Días transucurridos: 41
Kilómetros recorridos: 7.281 

La fila de inmigración era larga y el hambre de las primeras horas matutinas no se hacía esperar. Estábamos en un puente entre Villazón (Bolivia) y La Quiaca (Argentina) con los nervios vigilantes de un par de colombianos que cruzan la frontera sin pasaporte. Por suerte, Argentina nos recibió con su bandera ondeante y unos agentes migratorios demasiado amables ―teniendo en cuenta nuestras experiencias previas―. De allí tomamos un bus a Humahuaca, Jujuy; primera parada en este país del sur que en nada se parecía al paisaje boliviano que habíamos dejado atrás. 



Hace unos cuantos años vine a Argentina con mi familia. Pasé por Buenos Aires y Bariloche, y algo creía conocer de estas tierras. Lo cierto es que, en lo que va del recorrido, el noreste argentino ha sido diametralmente diferente a esa revolución cosmopolita que yo había observado en la capital. No sé muy bien por qué los colombianos tendemos a pensar en los argentinos como seres de otro planeta, más europeos que latinoamericanos, que poco o nada tienen en común con nosotros. Yo misma había alimentado esa imagen con mi viaje anterior, pero aquí me he dado cuenta que el panorama es, más bien, el opuesto. 



Sí, los argentinos son más bonitos y su acento es encantador, pero su país atraviesa una situación político-económica tan compleja como la de cualquiera de los países andinos que hemos visitado y los dejos tercermundistas no vacilan en aparecen de tarde en tarde; para conseguir un buen cambio por el dólar hay que ir al mercado negro, en días feriados el pueblo entero sale a hacer paseo de olla al campo y, en lugar de socializar con una cerveza, los locales te dan un poco de su mate y se hacen tus amigos. Claro está que hay muchas otras cosas que hacen de esta una cultura tan particular como cualquiera. Supongo que en el recorrido ya iré descubriendo en qué radica esa particularidad. Por ahora, desde la provincia de Jujuy y yendo poco a poco al sur, me despido mientras me regodeo en vino delicioso, empanadas de carne y Fernet, mi nuevo coctel favorito. 

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