martes, 19 de marzo de 2013

Otra memoria, otro Santiago

Días transcurridos: 66
Kilómetros recorridos: 9.206


A Santiago vine con muchas páginas leídas; muchas tardes de Lemebeles y Richards en la biblioteca; mucha información sobre un país que no conocía y un conflicto que, no sé hasta qué punto, la academia haya podido realmente tocar. Llegar acá fue entonces ser testigo de un mundo que sólo conocía en los libros, un mundo que había imaginado por tantos días pero que, luego entendí, jamás había sentido en los huesos. 



Hoy estuve en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, un lugar consagrado a la recolección y exposición de testimonios de algunas víctimas de la dictadura de Pinochet. Después de tanto pensar y repensar la complejidad que supone relatar la memoria y, en particular, esas memorias chilenas de la dictadura, pensaba que la visita al Museo sería un complemento más a lo ya escrito y lo ya pensado. Jamás imaginé que escuchar y ver esos testimonios ―esos relatos que, siempre sostuve, eran un imposible― me estremecería hasta las lágrimas. Y es que en ese espacio, independientemente del aire acondicionado helado, se respira la frialdad y el dolor de una memoria aún latente en muchos de sus espectadores.

¿Y cómo no recordar allí a mi Colombia?, ¿cómo no soñar con que algún día en las calles de nuestras ciudades se construyan espacios como estos? Tal vez aún es romántico imaginarlo y nuestras heridas son aún demasiado frescas para ser expuestas a un público más grande. Pero sería lindo y, más que lindo, importante que existiera un lugar ―más allá de los consensos, omisiones y violencias que ejerce toda construcción de memoria― en el que podamos ver, recordar, llorar y sobretodo enfrentar a nuestros propios muertos.


Qué bueno fue venir a Santiago, una ciudad de la que me enamoré de manera inesperada, para poner en duda gran parte de aquello que había escrito con tan ingenua autoridad. Qué bueno fue, además, entender que, aunque estas memorias son tan complejas y difíciles de relatar, siempre existirán alternativas que revivan ese vacío en el que se erige su presencia. Ahora tengo más y más preguntas para Santiago. Quizá algún día deje la biblioteca y vuelva para empezar a responderlas desde aquí

No hay comentarios:

Publicar un comentario