Días transcurridos: 56
Kilómetros recorridos: 8.167
En un viaje como este lo que más extrañas de casa es tal vez el baño privado. Y sí que lo extrañas, pero también extrañas otras cosas; echarte en un sofá a ver tele y no hacer nada, sentarte en la mesa con tu familia a almorzar el domingo y poder utilizar la nevera sin temor a que algún polizón haga uso ilegítimo de tus víveres. Son montones las cosas insignificantes que normalmente hacen parte de tu vida y suelen pasar desapercibidas. Al estar lejos las notas y no sé si ello te haga valorarlas más o menos, pero, lo quieras o no, pasas a ser consciente de su ausencia.
Kilómetros recorridos: 8.167
En un viaje como este lo que más extrañas de casa es tal vez el baño privado. Y sí que lo extrañas, pero también extrañas otras cosas; echarte en un sofá a ver tele y no hacer nada, sentarte en la mesa con tu familia a almorzar el domingo y poder utilizar la nevera sin temor a que algún polizón haga uso ilegítimo de tus víveres. Son montones las cosas insignificantes que normalmente hacen parte de tu vida y suelen pasar desapercibidas. Al estar lejos las notas y no sé si ello te haga valorarlas más o menos, pero, lo quieras o no, pasas a ser consciente de su ausencia.
La última semana hemos estado en Córdoba, en casa de una prima de Jose que nos recibió con los brazos abiertos. Aquí, de una u otra forma ―de la forma en que la distancia y la soledad te acercan a unos "tuyos" que en realidad no son tan tuyos, pero así terminan por serlo―, nos hemos sentido como en casa. Casa cordobesa de asados argentinos, Malbec mendozino, partidos de Boca y "pelotudeses" de la farándula criolla, claro está, pero, a fin de cuentas, casa, con cafecito colombiano caliente, películas truchas, partidas de canasta y esa generosidad desbordada que Caro y Lucho seguro aprendieron de sus abuelas.
En unos días cumpliremos los dos meses de viaje y esta larga parada ―la más larga en lo que va del recorrido― ha llegado en el momento justo. Tiempo para tomar un respiro, reunir fuerzas y calorías para el frío que viene, y descansar un poco del trajín diario. La quietud es a veces necesaria para recordar que hay que seguir andando, que a andar fue a lo que vinimos y que, confiando en la energía y la salud futura, seguiremos andando por mucho tiempo más. Así que, con la barriga demasiado llena y el corazón muy contento, partimos a Mendoza después de una feliz semana en casa. La vida de reyes quedará otra vez suspendida en el dulce recuerdo de las pizzas nocturnas y las toallas limpias, para empezar, como empezamos dos meses atrás, a andar sin rumbo fijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario