Días transcurridos: 113
Kilómetros recorridos: 16.239
En una guía turística leí que São Paulo era una ciudad demasiado grande para ser descrita en unas cuantas palabras y supongo que, como en cualquier lugar con más de veinte millones de habitantes, aquella afirmación terminó por ser cierta. Sin embargo y en vista de que el rigor de la escritura lo demanda, aquí van algunas de mis impresiones de esta ciudad de dioses en la que los cielos fueros conquistados por hombres millonarios, mientras que nosotros, pobres mortales, moramos y sufrimos en el suelo.
No fueron muchos los días que pasé en São Paulo; jamás los suficientes para recorrer una parte significativa de sus calles infinitas, sus avenidas arrolladoras, sus rascacielos inalcanzables; jamás los necesarios para capturar algo de la masa informe que circula asesina por los corredores del metro; para tocar, así sea de manera tangencial, ese ritmo intenso que transita indiferente por todos los rincones de la ciudad. Este mundo de hormigas trabajadoras opera de forma precisa y milimétrica. Nada interrumpe su ágil y presuroso andar. Nada. Ni siquiera la presencia de un par de extranjeros sin rumbo que miran el cielo atónitos sin entender a dónde van tantos y tantos helicópteros. Y es que así funciona esta ciudad monstruosa y maquinal, sin fallas, contratiempos o fracturas aparentes.
Kilómetros recorridos: 16.239
En una guía turística leí que São Paulo era una ciudad demasiado grande para ser descrita en unas cuantas palabras y supongo que, como en cualquier lugar con más de veinte millones de habitantes, aquella afirmación terminó por ser cierta. Sin embargo y en vista de que el rigor de la escritura lo demanda, aquí van algunas de mis impresiones de esta ciudad de dioses en la que los cielos fueros conquistados por hombres millonarios, mientras que nosotros, pobres mortales, moramos y sufrimos en el suelo.
Pero al mirar un poco más allá de esa apariencia, al prestar un poco más de atención a los desperfectos, no es difícil adivinar que tanto edificio imponente, tanta arquitectura majestuosa y tanta gravedad en el andar de sus gentes encierran el dolor de un mundo profundamente desigual e injusto. São Paulo es un lugar hermoso, pero también es muchas otras cosas que escasamente logra ver la ruta turística de siempre. En el ajetreo perpetuo de una ciudad que nunca se detiene vi tantas caras desoladas, miradas esquivas y sonrisas inesperadas que, como dije al principio, describirlas sería imposible. Mundo de contrastes inmensos, abismos irreconciliables, distancias infinitas; mundo, también, de placeres exóticos, culturas diversas, sueños imposibles; mundo al que espero volver algún día, ver desde otros ángulos, compartir con otras alegrías.
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